jueves, 21 de mayo de 2009

Volver


La niebla lo cubría todo.
Una suave brisa hacia sonar la oxidada campana de la estación.
Sobre el andén descansaban dos maletas llenas de recuerdos.
El viejo reloj parecía haberse quedado dormido.
El tiempo se detuvo. Y por un momento perdí el compás…

Sentí su mano sobre mi hombro, y como intentaba decirme algo
sin echarse a llorar: ‘Adelante, no mires atrás’.
Su nombre no lo recuerdo. Creo que era Fracaso.
Lo deje atrás al subir al vagón, con el consuelo de, al menos, haberlo intentado.
El destino del viejo tren era ninguna parte.

Y lo único que me alegró entonces fue volver a escuchar…
como crujían las vías.

Carlos

2 comentarios:

  1. Creo que ya es hora de que actualice Sr. Don Carlos...

    ResponderEliminar
  2. aun no me he dado por aludida....

    ResponderEliminar